miércoles, 30 de noviembre de 2011

Im-presentable

Se cierra el telón.


La actriz se limpia el rimel que le corre por la cara y el  sudor de la frente.


El rigor estático de su última postura todavía le dura, y le cuesta levantarse. 


La animan a saludar, pero se niega.


La actriz principal del Gran Teatro del Mundo pasa delante de todos, y con la cabeza gacha baja las escaleras y se interna en su camerino.


Tiene que reflexionar.


Tiene que pensar por qué su compañera de reparto le intentó hacer hoy la zancadilla, y ayer, y anteayer...


Tiene que pensar por qué el guionista de la obra escribe siempre mentiras.


Tiene que pensar por qué el público se ríe cuando ella vive una auténtica tragedia.


Tiene que pensar porque se está acabando el tiempo, el teatro empieza a temblar...


Sobre todo, y ante todo, tiene que pensar para salvar las hermosas piezas en las que una vez participó en ese mismo teatro, en ese arte que ama y por el que moriría.


Por eso se encerró en su camerino. 


Por eso esa misma actriz, que puede ser tu hija, que puede ser tu amante, que puede ser tu madre, que puede ser tu hermana o que puede ser simplemente una persona libre hoy no quiere presentarse ante el Gran Mundo.


Eso sería sencillamente: impresentable.

1 comentario:

  1. Me gusta la metáfora, no es una cosa muy personalista así que se entiende bien.

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