miércoles, 25 de febrero de 2015

El Congreso no es un circo...

Prefiero el Circo al Congreso.

El Circo es Arte, son sueños,
el Congreso paraliza los nuestros.

Casi percibo vuestras garras de abogados
asomando entre los sillones aterciopelados.

Ocupan todo el palacio, pero con c,
porque con k se okupa para todas.

Buscan en las palabras nuevos significados
que jamás tuvieron.

Y las palabras vuelan
intentando escapar de su sombra.

Violan una y otra vez nuestro idioma:
ese idioma que construyeron nuestras abuelas.

No pienso renunciar a mi lengua,
pero sí me niego a limitarla a la oratoria.

Por no tener, no tienen ni cuerpo,
pasean uniformes con corbata.

Se celebran con titulares huecos.

Autopregonan lo ya sabido,
lo que dictan en nuestros oídos.

Me gustaría ver el Congreso
lleno de niños, niñas y gente sin Internet.

Esas personas que parecen inexistentes,
esos presos de los que no se habla nunca.

Lleno de esas inmigrantes que ni os atrevéis a nombrar,
y que mandáis en aviones a lugares donde no nacieron.

 Sí, vosotros.

Al igual que con los moriscos, las gitanas y los judíos
resulta que estos tipos con traje deciden quiénes somos bienvenidos.

Ésa es la marca España.
Estamos en un país racista.

Aunque duela
y no se pueda presumir de "patria".

No todas somos terroristas,
y mientras ustedes extorsionan y amenazan.

No quiero hacer poesía,
quiero dejarles marchar,
que dejen de colarse en mi vida,
en la tele, en la radio, en las casas,
cuando yo ni siquiera puedo entrar en sus despachos.

El Congreso no es un Circo, no.

Es el circo romano.

La República autodenominada Democracia,
que se niega a abrir las puertas.

Tiene que llover,
pero dentro del hemiciclo.

Tienen que sangrar,
sentir de una vez que algo les importa.

Tienen que volver a ser humanos.

Queridos diputados.