Sonaron las ruedas de los camiones
sobre la lluvia y el barro,
sonaron las pistolas de los hombres
poniendo fin a lo que se había logrado.
Sonaron los llantos entre las paredes:
callaron a las niñas para que durmieran,
esperaron para que las cárceles comieran,
arriesgaron para que existiera resistencia.
La luna salió, de espaldas al sol.
A la primavera le costó salir
en una tierra tan asustada,
en un campo tan yermo,
en una ciudad vigilada.
Se coló entonces la luz
alumbrando la memoria,
se entreveía la esperanza
sobre la arena de la playa.
Suenan las sirenas de los carros,
sobre el asfalto ya quemado.
Suenan los gritos y los mazos
que golpean lo no controlado.
Suenan nuestras voces renovadas
hablando para que las niñas despierten,
creando para destruir las fronteras,
trabajando para abrir casas cerradas.
La memoria vivida
desborda lo prohibido.
Hoy hemos regresado
para cambiarlo todo.